miércoles, 22 de febrero de 2012

UN DÍA DE ENCUENTROS GRATOS


Después de haber esperado tres semanas una cita con mi estilista, llegó el esperado día.
Mientras caminaba a la estética pensaba en pasar al banco a retirar efectivo, cuando choqué contra un antiguo amigo. Él fue también mi compañero de departamento, lo fue por casi cuatro años. Me acompañó a mi destino, platicamos para ponernos al tanto de nuestras vidas. Al parecer su vida se ha vuelto muy difícil, me dijo que tenía cáncer y que además su novia está embarazada.
Ni modo, nadie decide su vida. A veces, aunque te esfuerces que las cosas salgan como las planeas, son imposibles de controlar. Afortunadamente el mayor problema para mí en ese momento era mi melena sin teñir, con la raíz de color negro y anudada, pidiendo a gritos un retoque y un corte urgentes.
Llego puntualísima a mi cita y como cosa muy rara, mi muy malgeniado estilista, se encuentra de buenas. Comienza a hacerme lo que tenía que hacer y sale a la plática mi exnovio. Resulta que me entero que su mujer es una celosa empedernida, que tuvieron una hija y que a pesar de ello cada quien sigue viviendo en su casa. Todo ello salió a colación de que le conté que cuando me lo encontraba en la UAM no me saludaba. Sin embargo, el haberme enterado de eso no fue lo más relevante que me aconteció aquella tarde.
Salgo de la estética con rumbo a mi trabajo, caminando a prisa para que no se me haga tarde, con mi de nuevo lindo, teñido y estilizado cabello, y pensando en las cosas que debo hacer cuando vuelva a casa. De repente, a lo lejos, un extranjero atrae mi mirada. Sigo caminando apresurada, pero nuestras miradas se cruzan y luego, cuando se aproximaba más y más a mí, él decide lanzarme una sonrisa, estando a escasos 2 o 3 metros de mí y yo le respondo. Casi al tiempo que pasa al lado mio me dice “hola” y como a mí mi madre me enseñó a ser muy educada y responder a los saludos de la gente, pues contesto de igual manera, más sin detenerme. Sigo caminando, pero el decide alcanzarme y no me percato de ello sino hasta sentir una mano en mi hombro y una voz que me dice“ Hola, yo Ades” mientras se señalaba a sí mismo y luego pregunta, extendiendo la mano hacia mí “Tú…” Noto su dificultad para hablar español, su desesperación por querer contarme de él y que yo le dijera algo de mí, así que le pregunté si hablaba inglés a lo que con cara de alivio respondió que sí, dando lugar a una breve charla que terminó en una cita para ir a comer y seguir conociéndonos 4 días después.